viernes, 7 de noviembre de 2008

Abriendo la ventana...

Hola Mundo! Mucho tiempo llevo deambulando y haciendo uso de esta maravillosa puerta a la comunicación llamada Internet.
Aunque no viví el nacimiento de este invento, ni formé parte de los primeros aventureros que enviaban datos y compartían información a miles de kilómetros de sus lugares de origen, y desde sus casas, ha sido mucho lo que lo he estudiado, pensado sobre él y cada vez más, sumergiéndome en el mayor invento moderno que el hombre ha creado.

No soy el más acertado ni el más preparado para promulgar lo bueno que es Internet, ni siquiera pretendo convencer a nadie sobre sus maravillas. Sólo digo estas palabras a modo de presentación, e introducción justificativa, al hecho de que ahora me zambuya irreversiblemente en las aguas de la globalización de la información.

Tras mucho tiempo divagando, viendo lo que ocurre por estos lares casi como un observador inanimado, me he acercado a Internet para ver la actividad de aquellos que me importan, de lo que sucede en el mundo, y sobre todo, como herramienta imprescindible para salvar los escollos de mi labor profesional.
Me daba miedo dejar cosas explícitas en este gran tablón en que se convierte la red en ciertos sitios. Creía que cada palabra expresada sería examinada con lupa por aquellos que conociéndome lo leyesen, y el sentido que se podría extraer de las mismas, en un contexto cuya interpretación es totalmente subjetiva. Esperaba un cambio, algún punto de inflexión que
me animase a dejar de ser mero observador, y ser uno más de los seres que van dejando constancia escrita de aquello que piensan o que comunican a los demás.

No sé si este momento es un gran punto de inflexión en mi vida, pero hace poco que he vuelto a escribir, y lo que más me gusta, a escribir sobre mis vivencias, entorno y descubrimientos.
Antaño todo lo que escribía tenía un motivo, alguien a quien iba dirigido, y constantemente martilleaba a las personas con las que convivía con lo nuevo que había escrito.

Ahora ya vivo solo. En un paso más, que veía necesario dar, me encuentro con las ganas de contar las cosas cotidianas que me suceden a la par que divago sobre lo que pienso. Eso me ha acercado de nuevo al teclado, a dejar plasmado lo que vivo, porque cuando vuelves la vista atrás, te reconforta y sirve de apoyo, aquello que has vivido y que puedes rememorar, ya sea para no caer en el error, o congratularte de lo que sentiste.

Así también no cargo a un grupo reducido de personas, con la pesada tarea de aguantar mis narraciones, que en muchos casos son monologos sobre mí mismo. De esta manera suelto lo que pienso, pero no lo dejo aislado en lo más profundo del disco duro de mi ordenador, sino que lo comparto con el mundo, con ese lector lejano que lo lee, que bien podría ser yo mismo dentro de un tiempo.

Valga esto como humilde presentación, de esta herramienta a la que por fin me acerco, y donde pretendo "vomitar", como yo digo, todo que aquello que pasa por mi mente.

Abro la ventana, y dejo que el aire fresco y el panorama que veo me traiga a la cabeza algo sobre lo que escribir...

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